Mindfulness, justicia social, discriminación y cambio climático: cómo estar presente puede ayudar a nuestro futuro

Son tantas las situaciones que vivimos hoy día que nos conmueven y nos movilizan que a veces nos bloqueamos. Por eso mindfulness y compasión son la base para iniciar una transformación sostenible y duradera de nuestra sociedad

La crisis humanitaria y ecológica, los retos sociales que vivimos demandan nuevas estrategias para transformar la sociedad y hacernos más sostenibles en el sentido más extenso de la palabra, eso requiere la capacidad para estar presente momento a momento. Mindfulness es la pieza clave.

 

 

Mindfulness, sostenibilidad, diversidad y justicias social son conceptos muy relacionados. 

 

Cuando escribí La respuesta consciente  lo hice con la visión de aunar un nuevo paradigma de liderazgo responsable, un liderazgo cuya práctica está accesible a todos los individuos.

En este artículo te explico los diferentes aspectos que relacionan la práctica de mindfulness con las acciones que se centran en la justicia social, la diversidad, la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente y las personas.

El mundo te llama a gritos

Las noticias que recibimos sobre la situación que se está dando en Afganistán, los estudios que nos hablan de los efectos que el cambio climático está teniendo a lo largo del planeta, la desigualdad social, las últimas noticias que exponen los daños a las personas que genera LGTBI-fobia, la discriminación de cualquier tipo, la falta de ética, o el afán por la generación de beneficios económicos a todo coste, hay un largo etcétera de situaciones que estamos viviendo que requieren de una intervención rápida y apropiada para evitar daños mayores e irreversibles.

No es ahora el momento de revisar el detalle del impacto que cada una de las situaciones problemáticas que vivimos como sociedad, ya contamos con expertos y organismos en cada una de esas áreas y situaciones que nos ponen en aviso. No obstante, es importante remarcar que cada una de ellas generan un impacto en muchos aspectos de la vida del ser humano, desde la salud física y mental, a la actividad económica global. Además, es importante recordar que el impacto no es único en aquellas personas que viven la situación en primera mano, estas situaciones provocan síntomas de depresión, ansiedad y desórdenes postraumáticos incluso entre aquellos que no han sido afectados directamente por ellos.

No hay duda de que necesitamos planes concretos y acciones desde todas las áreas de la sociedad para conseguir un mundo más justo y sostenible.

Y sin embargo, cuando no estamos presentes no sabemos que no lo estamos

Los patrones reactivos y la falta de conciencia versus las respuestas más conscientes

Podemos vivir en piloto automático o mindlessness, un concepto creado que refleja una forma de vivir con procesamiento mental automático y que provoca comportamientos rutinarios, estereotipados o primarios (Langer & Piper, 1987).

Muchos de nosotros no somos conscientes de nuestras acciones diarias, no reconocemos que tenemos sesgos en la forma en que interpretamos lo que vemos y en las decisiones que tomamos. Se puede tratar de juzgar a las mujeres de ser más mandonas, intimidantes o agresivas cuando negocian sus ascensos (las mujeres tienen el 30 % más de posibilidades de ser juzgadas de esta forma según una encuesta de Lean In y McKinsey en 2016 a 132 empresas y 34 000 empleados). O se puede tratar de la forma en que nos relacionamos o juzgamos a otros grupos étnicos minoritarios, El informe sobre la intolerancia y la discriminación hacia los musulmanes en España publicado en 2020 por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, indica que asistimos a un aumento del rechazo y la discriminación hacia las personas musulmanas, que se multiplica a través del discurso de odio en las redes sociales e internet. No obstante, esta situación no afecta de forma exclusiva a aquellos que tienen discursos racistas en público, los sesgos cognitivos, es decir, la interpretación errónea sistemática de la información disponible que ejerce influencia en la manera de procesar los pensamientos, emitir juicios y tomar decisiones, están presentes en cada persona.

Nuestro cerebro ejecuta millones de procesos mentales cada segundo. La probabilidad de que algún sesgo cognitivo influya en tu comportamiento o tomes una decisión en piloto automático es alta, y ocurre con toda naturalidad, también en acciones cotidianas que no son sostenibles y no cuidan al medio ambiente. Puede tratarse de un gesto como tirar toda la basura a un mismo contenedor sin reciclar, tomar duchas largas que desperdician agua, no apagar las luces cuando no nos hacen falta, tomar medios de trasporte contaminantes más veces de las estrictamente necesarias… Son muchas las acciones de las que no somos conscientes y que generan un impacto en las personas y en el medio ambiente.

No obstante, hay una buena noticia que debemos tener presente: el ser humano puede aprender nuevas formas de hacer. Mindfulness ayuda a las personas a dejar de actuar con el piloto automático cuando no es necesario ni evolutivo, nos ayuda a desengancharnos de pensamientos y reacciones que no son sostenibles para facilitar una apertura a nuevos comportamientos donde existe libertad para decidir (Brown & Rayan, 2003). Algunos ejemplos sencillos de comportamientos más conscientes y accesibles para todos pueden ir desde el notar cómo nos relacionamos con personas que consideramos más parecidas a nosotros, de nuestra clase social, o de nuestro grupo étnico, reconocer los pensamientos que acuden a nuestra mente cuando estamos próximos a una persona con una inclinación sexual diferente a la propia, o de pequeñas acciones como recordar llevar una bolsa reutilizable para la compra, reducir el tiempo de las duchas, usar botellas reutilizables de agua o aprovechar el poder que tenemos como consumidores para apoyar a aquellas empresas u organizaciones que tienen prácticas más sostenibles.

¿Cómo puede la meditación mindfulness apoyar nuestras acciones?

La meditación mindfulness está ahora en boca de muchas personas. Como instructora de mindfulness, me alegra ver que se desmitifica el concepto. Mindfulness es una forma de ser y actuar que, aunque todos la tenemos de serie, se puede aprender y reforzar. Se centra en llevar la atención al momento presente de forma intencional, compasiva y sin juicio, lo que genera una mayor apertura hacia nueva información, así como una mayor consciencia de uno mismo y de aquello que le rodea (Bishop, Lau, Shapiro, Carlson, Anderson et al., 2003).

En los últimos tiempos, ha calado profundamente en mí el concepto mindfulness ecológico que algunos académicos han creado para mostrar una nueva forma de promover la sostenibilidad social y medioambiental (Brown & Kasser, 2005). También se encuentran cada vez más publicaciones de rigor científico que tratan mindfulness y la justicia social o el cambio social. En definitiva, se trata de apoyar el desarrollo de una mayor consciencia que impulse al ser humano a tener comportamientos que cuidan de los seres humanos aliviando su sufrimiento, los seres vivos y la naturaleza a través de la práctica de mindfulness.

Personalmente me gusta recordar que debemos cultivar nuestra responsabilidad (respons-abilidad) como la habilidad para responder, ejerciendo una responsabilidad que son dos caras de una misma moneda. Por un lado, la responsabilidad “hacia dentro”, hacia la propia persona, su propio autoconocimiento, autorregulación y autoliderazgo, para poder ejercer; por el otro, una responsabilidad hacia fuera, el contexto social más inmediato, la sociedad y el planeta en general.

Mindfulness nos puede ayudar a reconocer las consecuencias de nuestros comportamientos, y a darnos cuenta de que estamos interconectados con otros seres vivos y el planeta. La pandemia ha mostrado de forma clara cómo un virus que tuvo su origen en China ha puesto en jaque a todas las naciones. Es importante apoyarnos en la práctica de mindfulness para reconocer nuestros valores intrínsecos como seres humanos y aquello que realmente nos importa en un momento dado, para que adquiramos una visión más amplia del impacto que tenemos con nuestras decisiones diarias y comportamientos, para reducir la automatización y los patrones reactivos que rigen nuestras vidas y los cambiemos por acciones más evolutivas y acordes con la época de avances tecnológicos en la que vivimos.

El tiempo está contando, estamos en un punto de no retorno. El cambio climático y los problemas sociales que vivimos son problemas colectivos que requieren de la acción de cada uno de nosotros en el presente, para no comprometer el futuro.

 


Referencias bibliográficas:

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